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Desechables



Platos desechables... vasos desechables... cubiertos desechables... pañales desechables... servilletas desechables...guantes y bolsas desechables... pilas desechables... rasuradoras desechables... jeringas y agujas desechables... cámaras desechables... y la lista sigue y sigue. Vivimos en la época de los desechables: Preferimos usar y tirar que pagar el precio de limpiar, de restaurar, de hacer un poco más; la verdad es que nos gusta lo fácil y nos hemos vuelto demasiado “prácticos”, nos creemos más inteligentes que los que ya pasaron, somos “modernos”, la generación del siglo veintiuno, del futuro. Nos gustan las cosas a corto plazo, sacrificamos la durabilidad por la comodidad de uso y el menor precio, preferimos usar y desechar; matrimonios desechables... vidas desechables... personas desechables... nos desechamos aún a nosotros mismos, descartamos todo aquello que no cumple con las expectativas, y ¿quién es capas de cumplir con las expectativas tan altas e irreales que nos enseñan las películas? Difícilmente despertaremos peinados y luciendo radiantes, no vendrá el 10 sin pagar el precio, nunca estaremos de acuerdo en todo, imposible que llegue el éxito sin el trabajo duro, es irreal creer que la cosecha llegará antes de la siembra y que al sembrar tomates cosecharemos manzanas... Hemos sido adoctrinados sin darnos cuenta, y la respuesta fácil es desechar lo que no funciona. Pero NADA de lo que realmente importa en la vida es desechable, habrá veces en las que el trabajo será extenuante y hasta doloroso, hay más lágrimas en el camino de las que quisiéramos derramar, permanecer implica pagar el precio, habrá que limpiar, restaurar, rehusar y reciclar, hay que trabajar duro, a veces hablar cuando quieres guardar silencio y otras callar cuando las palabras se desbocan cual caballo sin rienda, aprender a ser pacientes y esperar, aprender que el amor es una decisión más que un sentimiento, y que, en ocaciones, también es cuestión de fe, de creer más que de sentir, que la vida se trata de convicciones, que el carácter nos da el empuje para quedarnos y no salir huyendo, que nada importante se desecha y que habrá momentos de reciclarse uno mismo... No somos desechables ni fuimos desechados, somos llamados, apartados y escogidos, planeados desde el primer momento, pensados por el mejor de los Padres, no hay casualidad, estamos aquí para hacer historia... no la nuestra, ¡la Suya!.


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